La lógica de la academia radica en producir y adquirir los conocimientos necesarios para el crecimiento y desarrollo económico, en un marco de libertad, debe existir un equilibrio que permita un desarrollo adecuado de las actividades que se llevan a cabo.
La falta de compromiso, deficiencia de valores, carencia de un proyecto de vida, son razones que incitan a tomar decisiones imprudentes que sólo conducen a situaciones irreflexivas y hechos lamentables.
En nuestro país quienes fungen como gobernantes se caracterizan por una constante improvisación, y la gestión de gobierno se impone bajo dos preceptos: todo dentro de la revolución y nada fuera de ella, prácticas que tienden a desvirtuar realidades, basadas en principios éticos y de justicia social. Hugo Chávez actual presidente tiene numerosos sectores que le han apoyado y que pese a los desaciertos de su revolución, aún le siguen apoyando en la actualidad.
La realidad no debe responder a intereses particulares, o a una sola apreciación, debe estar en función de la equidad y la democracia, garantizando a la academia el poder de discernimiento e independencia, pilares fundamentales de la autonomía. Es muy importante señalar que el costo de intervenir las universidades autónomas por parte del ejecutivo nacional, es muy elevado, más aún con una academia que se resiste a ser un apéndice del sistema de gobierno liderado por Chávez.
Venezuela por su propia naturaleza, se caracteriza por poseer diversas situaciones de alta volatilidad, los acontecimientos son impredecibles, y más aún, con un gobernante que aspira instaurarse en el poder de forma indefinida.
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